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Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas.

Dejar de soñar.

Por miedo a que te conozca fácilmente, juegas conmigo.
Me ciegas con destellos de risa para ocultar tus lágrimas.
Conozco, conozco tus ardiles,
Nunca dices la palbra que querrías decir.

Por miedo a que no sepa valorarte, me evitas en mil caminos.
Por miedo a que te confunda con la multitud te quedas solo aparte.
Conozco, conozco tus ardiles,
Nunca vas por el camino que querrías.

Tu existencia es más que la de otros, por eso guardas silencio.
Con traviesa negligencia evitas mis regalos.
Conozco, conozco tus ardiles,
Nunca coges lo que querrías coger.

Tagore.

Una mañana, en el jardín de flores una niña

ciega vino a ofrecerme una cadeneta de flores

sobre una hoja de loto.
Me la puse alrededor del cuello, y las lágrimas

vinieron a mis ojos.
La besé y dije: Eres ciega como lo son las flores
Ni tú misma puedes conocer la hermosura de tu regalo.