*El tiempo siempre sujeta las manillas,
rompiendo el descanso de las horas, surcando la línea que separa la distancia.

Observo el reloj esperando al amanecer, escuchando el susurro de los segundos adormilados en el minutero.
Mis latidos se funden con el corazón del reloj,
exaspero ante el destello de mi nostalgia.

Dicen que no somos capaces de acariciar la existencia, y que con cada minuto perdemos nuestra esencia.
Que nuestro dolor es reflejado en la soledad y la impaciencia, en una realidad donde el tiempo se difumina y las horas no pasan.
Es cierto.

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